Cuántas veces se habrá preguntado por qué usted tiene acné y su vecino no. Un nuevo estudio publicado en la revista de dermatología de mayor impacto, 'Journal of Investigative Dermatology', por fin tiene una respuesta. Señala una clara culpable: la bacteria del acné, que no tiene el mismo comportamiento en todos los tipos de piel.
Según los autores de la investigación, de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), dichas bacterias pueden contener cepas 'malas' o 'buenas'. En el primer caso, causan granos y en el segundo no sólo no los provocan sino que ejercen un papel protector de la piel.
En estudios anteriores, ya se había descubierto que existe un microbio (Propionibacterium acnes) que tiene una influencia directa en la aparición del acné, una de las patologías más frecuentes de la piel y que afecta al 80% de la población en algún momento de su vida. 'Propionibacterium acnes' se desarrolla en la parte más profunda del poro y cuando agrede al sistema inmune se originan las espinillas. Sin embargo, lo que no se sabía es que esta bacteria es más compleja de lo que se había pensado
.
El equipo de investigadores de la UCLA, liderado por Huiying Li, profesor de farmacología médica y molecular de esta universidad, analizó esta bacteria en la nariz de 101 personas voluntarias (49 tenían granos y el resto mostraba una piel clara).
Para ello, realizaron un análisis genómico del ADN microbiano (a partir de unas tiras de poro) e identificaron las cepas bacterianas. "Nos interesaba ver si las de una piel con acné eran diferentes de las de una piel sana", plantea el coautor de este trabajo, Noah Craft, dermatólogo y director del centro de investigación inmunoterapia de la UCLA.
Al final, encontraron tres cepas de 'Propionibacterium acnes' distintas implicadas en este proceso. "Dos aparecieron en uno de cada cinco voluntarios con acné y muy pocas veces se manifestó en personas con la piel clara", señala Craft.
Por otro lado, "descubrimos una tercera cepa que es común en la piel sana y que rara vez se presentaba en las personas con acné". La diferencia estaba clara: las personas con acné suelen tener una o dos de las cepas 'malas' y quienes tienen una piel clara tienen una cepa 'buena'.
En cuanto a esta última, agregan los expertos, "observamos que puede destruir las bacterias perjudiciales y proteger así la piel, al igual que las bacterias del yogur protegen el intestino".
Tal y como apuntan Craft y Li, "estos resultados podrían servir para desarrollar nuevos fármacos para el acné, incluso para detener las espinillas antes de que salgan y que los dermatólogos puedan personalizar los tratamientos en cada individuo".
En la actualidad, aluden los expertos, se sabe poco sobre las causas de esta alteración de la piel, se ha avanzado muy poco en el desarrollo de nuevas terapias y las existentes no son del todo eficaces. "La mayoría de los casos de acné grave no responden a los medicamentos y además producen efectos secundarios". Lo mismo comenta el dermatólogo español Sergio Vañó, del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, "actualmente, los tratamientos para el acné son eminentemente terapéuticos y no preventivos; esta línea de investigación abriría el camino a posibles terapias que prevengan la aparición de acné".
Dados los resultados, ahora, este equipo de investigadores está estudiando la posibilidad de desarrollar una crema probiótica para proteger la piel contra las bacterias 'malas' y prevenir los granos. Futuros estudios podrán abordar también "el uso de virus para contrarrestar el efecto de la bacteria del acné e incluso el desarrollo de un test que pueda predecir si una persona desarrollará acné grave".
En cualquier caso, y según subraya el doctor Vañó, "el acné tiene un origen multifactorial". No sólo influye la bacteria 'P. acnes', también "la excesiva producción de sebo, la hiperqueratinización de la epidermis, factores hormonales y la predisposición genética".
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