Hablando ante este congreso de médicos, sé que ustedes tienen varias razones para meditar sobre el dolor: Primero: la obligación que les legó Hipócrates ante un enfermo de, si no logran hacer el bien, al menos evitar un dolor mayor (malum vitando). Segundo: aliviar el dolor por los síntomas de la enfermedad, y por último, que los médicos, de entre todas las profesiones, son los que tienen mayor contacto con el dolor.
El dolor es lo que el paciente dice que duele, la experiencia del dolor es siempre subjetiva y personal. ¿Podemos ir más allá?.
El problema del dolor para las ciencias, la medicina y las neurociencias, se limita a la forma de combatirlo, mientras que desde la filosofía se intenta una respuesta “al sentido del dolor”.
La diferencia entre el dolor y el sufrimiento es que éste último queda y el dolor pasa. Del dolor buscamos liberarnos mientras que cuando nos aferramos al dolor, sufrimos.
El dolor y el sufrimiento forman parte esencial de la vida del hombre sobre la tierra, incluso hay autores que sostienen que el sufrimiento es la clave de la vida, cuantas veces hemos escuchado que “la vida es un valle de lágrimas”. “No hay exigencias más ciertas que las que el dolor hace a la vida”, afirma Jünger
Pero si el dolor es esencial a la existencia del ser humano, porqué duele entonces?. Porque el dolor hiere, ese es el sentido primero de la palabra. Sobre esta herida los griegos por boca de Aristóteles, el más sabio de entre ellos, afirmaron: “El dolor es la privación de lo que es conforme a la naturaleza” .
El dolor para ellos era una privación de ser, como lo eran la sordera, la ceguera y otras falencias. En cuanto a la responsabilidad del hombre ante el dolor, éste nace de lo que el hombre deja de hacer o hace mal. Se transforma así, en el principal productor del dolor. Al respecto Emanuel Kant, el gran filósofo alemán llega a afirmar en el siglo XVIII que: “la civilización produce más y más profundos sufrimientos que los que mitiga”.
El dolor para ellos era una privación de ser, como lo eran la sordera, la ceguera y otras falencias. En cuanto a la responsabilidad del hombre ante el dolor, éste nace de lo que el hombre deja de hacer o hace mal. Se transforma así, en el principal productor del dolor. Al respecto Emanuel Kant, el gran filósofo alemán llega a afirmar en el siglo XVIII que: “la civilización produce más y más profundos sufrimientos que los que mitiga”.
En nuestros días la civilización de la técnica en que vivimos produce dos efectos contradictorios entre sí: a) lleva a buscar soluciones prácticas que desembocan en el escepticismo y b) produce más dolor de unos a otros con sus inventos destructivos del que sin ella podrían haberse causado.(vgr. La bomba atómica).
Para comenzar esta meditación tenemos que tener en cuenta que nosotros vivimos después de la invención del cloroformo y la anestesia de modo tal que todas la meditaciones anteriores a esta época tienen un valor muy relativo, pues antes las teodiceas venían a disculpar la miserias de la vida expresadas a través de la inconveniente realidad del dolor. Y así se sostenía que el dolor es consecuencia del pecado original de Adán y Eva, quien introduce el mal en el mundo. Y a partir de allí se sacaban una serie de conclusiones para combatir las consecuencias del dolor.
Esto nosotros no lo podemos hacer hoy en esta meditación, más allá que creamos o no en el relato bíblico, porque el ejercicio profesional de nuestra disciplina nos obliga a hurgar racionalmente en el sentido del dolor.
En filosofía cuando uno comienza trabajar un tema o problema lo primero que se recomienda es la aproximación etimológica. Así el término dolor es un derivado directo y sin variaciones del latín dolor que proviene del verbo dolere que significa sufrir o ser golpeado. Vemos que inmediatamente aparece el término sufrir, que viene del verbo suffero que está compuesto por el sufijo sub= bajo y ferro=soportar, llevar. Sufrir significa, entonces, soportar por abajo o sobrellevar ocultos algo. El francés souffrance y en inglés souffering participan de la misma raíz. Mientras que dolor se dice inglés pain, en alemán pein, en holandés pine que viene del latín poena=pena, que originalmente significaba castigo.
Esta aproximación etimológica nos abre al fenómeno del dolor a dos puntas, pues por un lado vemos como el dolor es algo que nosotros padecemos como un castigo y lo manifestamos en forma explícita, mientras que el sufrimiento es algo que nosotros soportamos en forma reservada.
Ahora bien, la manifestación del dolor encierra dos tipos básicos: el lastimero y el doliente. El primero se manifiesta en el hombre que grita, que gesticula y el segundo en el hombre que se queja, que suspira, que lamenta. La primera actitud indica un acto y la segunda un estado.
El lastimero vive el dolor con aflicción: con sorpresa, miedo, susto, lástima que luego de la exaltación en el grito o el gesto, le sigue una sensación paralizante, mientras que en el doliente vive el dolor con resignación (aquello que no se puede remediar hay que saber soportar). F:Urgente24
-->