

En ambos casos, los científicos del Instituto San Raffaele Telethon, en Milán, extraen células madre hematopoyéticas (las precursoras de las células de la sangre) de la médula ósea y las infectan con unos lentivirus VIH modificados que llevan el gen correcto que les falta a los niños; luego vuelven a meterles las células, como en un trasplante de médula convencional. En realidad, suele bastar con inyectar el material en vena y dejar que las células aniden en el lugar al que pertenecen, la médula ósea, desde donde empiezan a dividirse, diferenciarse y repoblar la sangre con los linfocitos corregidos.
Los dos trabajos presentados ayer en la revista Science se pueden leer como una verificación de una idea rompedora que el director del instituto de Milán, Luigi Naldini, concibió en 1996; “un rasgo de genio”, según sus colaboradores: utilizar a uno de los mayores matarifes conocidos, el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), o agente del sida- para hacerle pagar su deuda con la historia obligándole a salvar vidas. El paradójico vector elegido por Naldini parece haber dado en la diana.
En la jerga genética, un vector es el vehículo que usan los científicos para introducir un gen extraño, por lo general manipulado en el laboratorio, en las células humanas. Casi todos son virus humanos modificados, puesto que los virus ya son de por sí un sistema para introducir genes -los genes virales- en las células humanas. Los investigadores engañan al virus metiéndole entre su genoma el gen humano correcto y después le dejan hacer su trabajo. Como se trata de curar una enfermedad hereditaria, el objetivo es infectar el mayor número de células humanas posibles, y nada iguala la eficacia de un virus en esa tarea.
La chispa capaz de reactivarlo llega ahora de Italia y de un virus, el VIH, que tiene mucha relación con los mencionados retrovirus, pero pertenece a la familia especial de los lentivirus y parece esquivar todas sus trabas. “El virus del sida puede usarse para tratar al menos dos graves enfermedades hereditarias”, dice Naldini, “y seis niños de diferentes países, después de tres años de tratamiento, están bien y muestran mejoras significativas”.F:ElDiario.mx
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